jueves, 4 de agosto de 2011

Malcom X: Discursos y declaraciones (III)

III

Amigos y enemigos:
Espero que podamos charlar junto al fuego esta noche, con el menor número de chispas posibles, teniendo en cuenta la condición altamente explosiva del mundo en estos momentos. A veces, cuando a alguien se le está quemando la casa y viene otro gritando "¡fuego!", en vez de sentirse agradecido al despertar con el grito comete el error de acusar de haber provocado el incendio a quien lo despertó. Espero que la breve conversación de esta noche sobre la revolución negra no haga a muchos de ustedes acusarnos de encenderla cuando la vean en el umbral de su casa.

En los últimos años se ha hablado mucho de un estallido popular. En mi opinión, siempre que hablan del estallido popular se refieren, ante todo, a los pueblos de Asia o de África: a los pueblos negros, pardos, cobrizos y amarillos. Los hombres de Occidente han visto que en cuanto se eleva el nivel de vida en África y en Asia, automáticamente la gente empieza a reproducir con abundancia. Y esto ha engendrado mucho miedo en las mentes de los occidentales, que resultan en ínfima minoría en la Tierra.
De hecho, en casi todo lo que piensan y planean los blancos de Occidente en la actualidad, es fácil ver el miedo que existe en sus mentes, en sus mentes conscientes y en sus mentes subconscientes, de que las masas de hombres de piel oscura del Oriente, que ya los superan en número, sigan aumentando y multiplicándose y creciendo hasta arrollar un día a los hombres del Occidente como un mar humano, como una marea humana, como la crecida de una corriente humana. y ese temor puede verse en la mente, en los actos de casi todos los hombres de Occidente, prácticamente en todo lo que hacen. Rige sus puntos de vista políticos y rige sus puntos de vista económicos y rige la mayor parte de sus actitudes con respecto a la sociedad actual.
Cualquier estallido racial que tenga lugar en este país actualmente, en 1964, no será un estallido racial que pueda quedar encerrado dentro de las costas de Estados Unidos. Será un estallido racial que podrá prender la chispa del polvorín que existe en todo el planeta que denominamos Tierra. Creo que estarían de acuerdo en aceptar que de las masas de piel oscura de África, Asia y América Latina se rezuma ya la amargura, la animosidad, la hostilidad, la intranquilidad y la impaciencia con la intolerancia racial que han experimentado en sus propias carnes a manos del Occidente blanco.
Y exactamente igual que los ingredientes de hostilidad que tienen ellos con respecto al Occidente en general, aquí en este país también tenemos a veintidós millones de afronorteamericaanos, de hombres negros, pardos, cobrizos y amarillos, llenos de amargura, de impaciencia, de hostilidad y de animosidad con la intolerancia racial, no del Occidente blanco sino, en particular, de Estados Unidos.
Y hoy encontramos a cientos de miles de los nuestros que han perdido toda la paciencia y se han apartado de su nacionalismo blanco, que ustedes llaman democracia hacia la política militante e intransigente del nacionalismo negro. Aquí mismo les digo que en cuanto anunciamos que íbamos a fundar un partido nacionalista negro en este país, recibimos cartas, de una costa a la otra, provenientes en especial de jóvenes de nivel universitario que expresaban en ellas su más completa simpatía y su apoyo, así como el deseo de participar activamente en cualquier tipo de acción política basada en el nacionalismo negro, con el fin de corregir o eliminar de inmediato los males que nuestra gente ha venido sufriendo aquí durante cuatrocientos años.
Puede ser que los nacionalistas negros representen para ustedes sólo una minoría de la comunidad. Y tal vez por eso tengan ustedes la tendencia a clasificarlos como cosa insignificante. Pero la mecha es la parte más pequeña o la pieza más pequeña de un barril de pólvora y, sin embargo, es esa pequeña mecha la que hace estallar todo el barril. Los nacionalistas negros podrán representar para ustedes una pequeña minoría en la llamada comunidad negra; pero da la casualidad que en ellos, precisamente, se encuentra la clase de ingredientes necesarios para hacer estallar a toda la comunidad negra.
Y eso es algo que ustedes los blancos -¡lo mismo si se consideran liberales que si se consideran conservadores, racistas o cualquier otra cosa que hayan elegido ser-, algo que ustedes tienen que comprender; y es que en lo referente a la comunidad negra, aunque la gran mayoría de los que ustedes tratan puedan pasar por moderados, pacientes, afectuosos, sufridos y todo eso, resulta que la minoría, a quienes ustedes consideran musulmanes o nacionalistas, están hechos de la clase de ingredientes que puede fácilmente hacer estallar a la comunidad negra. Esto debería entenderse. Porque, para mí un barril de dinamita no es nada sin una mecha.
También debería entenderse que las chispas raciales que actualmente se encienden aquí en Estados Unidos podrían convertirse con facilidad en un llameante incendio fuera de este país, lo cual quiere decir que envolvería a todos los hombres de la Tierra en una gigantesca conflagración racial. No se puede limitar a una pequeña barriada ni a una pequeña comunidad ni a un pequeño país. Lo que le pase actualmente al negro de Estados Unidos le pasa también al negro de África. Lo que le pase al negro de Estados Unidos y de África le pasa al negro de Asia y al hombre de América Latina. Lo que le pase actualmente a uno de nosotros nos estará pasando a todos. Y cuando se comprenda eso, creo que los blancos-que son inteligentes, aunque no sean morales ni sean justos ni se dejen impresionar por cuestiones legales-, los que sean inteligentes, se darán cuenta de que cuando toquen a éste estarán tocándolos a todos y ese mismo hecho tenderá a obrar como factor de contención. No hay sistema más corrompido que el que se presenta como ejemplo de libertad, como ejemplo de democracia, y ese sistema es capaz de recorrer el mundo entero diciéndoles a otros hombres cómo fortalecer su casa mientras tienen en este país ciudadanos que se ven obligados a usar las balas para poder usar las boletas.
El arma más poderosa utilizada en el pasado por las potencias coloniales contra nuestra gente ha sido siempre la de "divide y vencerás". Estados Unidos es una potencia colonial. Ha colonizado a veintidós millones de afronorteamericanos, privándonos de la condición de ciudadanos de primera categoría, privándonos de derechos civiles, en realidad privándonos de los derechos humanos. No sólo nos ha privado del derecho a ser ciudadanos: nos ha privado del derecho a ser hombres y mujeres. En este país, el negro puede tener la edad de cincuenta años y todavía es un "muchacho".
Yo crecí entre blancos. Estaba integrado antes de que inventaran la palabra y aún no he conocido a un solo blanco que-si uno los trata el tiempo suficiente-no lo trate a uno de "muchacho" o de "muchacha", sin importar la edad que uno tenga ni la escuela en que se haya graduado, sin importar el nivel intelectual o profesional que uno tenga. En esta sociedad seguimos siendo siempre "muchachos".
(Nueva York, 8 de abril de 1964.)  

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